“¡Si ya nos la sabemos de memoria!”, diréis. Y, sin embargo, de esta historia tenéis una versión falsificada, rosada, tonta, cursi, azucarada, que alguien con la mollera un poco rancia consideró mejor para la infancia...»
Los clásicos infantiles han llegado hasta nuestros días dulcificados por Perrault, los hermanos Grimm y posteriormente por Disney. Los Cuentos para niños perVERSOS constituyen una especie de retorno a la esencia de los cuentos populares. Utilizando historias tan conocidas como La cenicienta o Caperucita Roja, volvemos a los mundos del “erase una vez” pero por los caminos más insospechados. Los cuentos están llenos de giros inesperados, de finales sorprendentes, de personajes totalmente desmitificados y sobre todo de humor, mucho humor.
Los Cuentos para niños perversos son versiones paródicas de algunos de los cuentos tradicionales más conocidos. Los personajes femeninos, candorosos y sumisos en las versiones tradicionales, ya no son tan ingenuos. Así, Cenicienta ya no busca ningún príncipe azul, y Caperucita Roja, la inocente niña víctima de los engaños del lobo, se convierte en una asesina a sangre fría de lobos feroces y cerditos indefensos.
Por otro lado, la carga humorística también reside en el juego con la métrica y la rima; en la sucesión de pareados simpáticos y socarrones.
Nosotros, para construir este espectáculo, hemos escogido tres versiones de cuentos clásicos
para nuestro público más perverso: Cenicienta, Caperucita Roja y Los tres cerditos.
Cenicienta, las Malvadas Hermanastras, el Príncipe, el Lobo Feroz,
La Abuelita, los Tres Cerditos…. A todos les hemos convertido en títeres.
Algunos son planos; otros de guante; de hilo; de varilla; incluso hay sombras chinas sin sombra… Todos, junto a los dos actores, puestos al servicio de la narración.
Y así como don Quijote durante la representación de El retablo de la libertad de Melisendra arremete contra toda la titerera, en nuestro escenario se produce una pequeña masacre incruenta donde no dejamos títere con cabeza…
Los titiriteros no se ocultan, trabajan a la vista, rompen las reglas (si es que existen) de manipulación. Los títeres escapan de sus castillos; las sombras se muestran desnudas, sin pantalla que las resguarde; un monitor de televisión hace las veces de retablo y muestra otra dimensión de los objetos y la acción.
Otro elemento fundamental es la música que acompaña a la acción. Más allá de su función dramática, estética y narrativa, la selección musical de este espectáculo constituye un collage intencionadamente exagerado. Temas llenos de referencias que marcan el ritmo de cada relato y apoyan el humor gamberro y un poco negro de estos cuentos.
Y con todos estos recursos, elaboramos un espectáculo de actor. Buscamos, como siempre, una relación directa con el espectador, dirigirnos a él tratando de encontrar, dentro del artificio, una comunicación sincera y real.